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Digresión

  • Foto del escritor: Última Plana
    Última Plana
  • 3 nov 2020
  • 2 Min. de lectura

Por Joshua J. Puente


Sabes exactamente por qué haces esto, deja de mentirte, por muchas excusas que te pongas. Así eres popular, no hay de otra. Llevas desde cuarto de primaria atormentando a los más pequeños, desde que por accidente le derramaste todo el jugo a ese niño con lentes y al ver que todos se reían, quedaste bien. ¿A qué vienen ahora las dudas?


Míralo ahí está, es perfecto. Torpe, granos, ortodoncia en los dientes, pantalones subidos hasta las axilas; es de manual. Podrías empezar preguntándole si se comió un “transformer”, seguro eso hace reír a las chicas que están en la puerta del baño. ¿Qué estás esperando?


¿Que no haya profes? Vamos, eso es una excusa, desde cuándo te importa si alguna autoridad te encuentra haciendo tus fechorías; eso es mejor: que todos vean lo rebelde que eres, que no tienes miedo a nada ni nadie. ¿Recuerdas todo aquello que te decían los psicólogos? Que si lo haces por llamar la atención, que si vienes de una familia y un hogar inestable, que en realidad solo necesitas amor y cariño….


¡Estupideces! Lo haces para quedar bien, para hacer reír y que te digan lo divertido que eres. ¿Papá y mamá? Bien, gracias. Nunca te pegaron, nunca te prohibieron nada, nunca discuten; tienes una familia perfectamente funcional, con dinero porque ambos trabajan sin descanso y tú no tienes que lavar ni un plato. Bueno, es cierto que empezaron a pasar más tiempo contigo cuando tenían que ir a las reuniones de la escuela por todas las travesuras que hacías, pero no es como que no les importes; tienen que trabajar ¿no?


Y también es cierto que últimamente hasta te da pereza pensar en alguna broma nueva, pero prefieres pasar castigado en el colegio con tus amigos, que son como tú, antes que volver a casa y ver a tus padres mudos frente al televisor.


Además, nada se compara a las buenas risas de tus compañeros cuando no eres el objeto de burla, aunque luego venga un vacío dentro tuyo, la conciencia te come al ver los ojos llorosos del niño al que acabas de dejar en ridículo pero sobre todas las cosas esa etiqueta en la que todos te toman por idiota, que no sabes nada más que ser el payaso, que te llamen burro a tus espaldas, que piensen que no tienes nada más que dar, que solo sirves para entretener, que nadie crea que puedes ser algo más…


¿Sabes qué? ¡No necesitas esto! A la mierda con las risas, con el quedar bien, con el ser popular, con los padres, el colegio, ¡todo! Ahí viene, pasa por su lado y dedícale la mejor de tus sonrisas, alégrale su primer día. Ya no necesitamos quedar bien sino sentirnos bien.

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